A finales de los años 80, en Tennessee (Estados Unidos), se realizó un estudio bautizado con el nombre de proyecto STAR. 79 escuelas participaron en un estudio para evaluar el impacto del tamaño de las clases en el aprendizaje. El estudio involucró a 11.000 estudiantes en diferentes aulas, desde la guardería hasta el tercer grado (niños de 8-9 años). Unos 30 años después, el economista estadounidense Raj Chetty analizó los datos recopilados en este estudio para determinar si había otros factores que influían en el éxito a largo plazo de los niños.
Lo que descubrió fue sorprendente. Actualmente, la mayoría de las personas suele pensar que el éxito a largo plazo de una persona suele venir marcado por su nivel académico. Pero el estudio de Raj Chetty, sin restar importancia a la influencia del mundo académico en la trayectoria de las personas, demostró que LAS HABILIDADES NO ACADÉMICAS DESEMPEÑAN UN PAPEL FUNDAMENTAL EN LA CONSECUCIÓN DEL ÉXITO A LARGO PLAZO.
El proyecto STAR se centró inicialmente en el impacto de las clases más pequeñas y la calidad de los docentes en el rendimiento de los estudiantes. Pero el seguimiento a largo plazo de Chetty reveló algo aún más profundo: los estudiantes que desarrollaron fuertes habilidades no académicas en sus primeros años tenían muchas más probabilidades de tener éxito más adelante en la vida.
A continuación, comparto contigo CUÁLES FUERON LAS HABILIDADES NO ACADÉMICAS QUE CHETTY DESTACÓ EN SU INVESTIGACIÓN Y POR QUÉ ESTAS HABILIDADES NO ACADÉMICAS SON IMPORTANTES:
- PROACTIVIDAD: los estudiantes que aprendieron a tomar la iniciativa y a responsabilizarse de su aprendizaje desde el principio estaban mejor preparados para enfrentarse a los desafíos a lo largo de sus vidas. Ser proactivo no solo fomentó el crecimiento académico, sino que también se tradujo en liderazgo, éxito profesional y estabilidad financiera como adultos.
- COMPORTAMIENTO PROSOCIAL: construir relaciones positivas y aprender a colaborar de manera efectiva fueron indicadores clave del éxito futuro. Chetty descubrió que los estudiantes que exhibían habilidades sociales, como la empatía y la cooperación, tenían más probabilidades de prosperar en sus carreras, comunidades y vidas personales.
- DETERMINACIÓN: la persistencia frente a los desafíos era otro rasgo vital. El análisis de Chetty mostró que los estudiantes que demostraron determinación y resiliencia tenían más probabilidades de asistir a la universidad y lograr mayores ingresos. Estas cualidades los ayudaron a superar obstáculos tanto académicos como del mundo real.
- DISCIPLINA: Tal vez uno de los factores más influyentes fue la disciplina. Chetty descubrió que los estudiantes que cultivaban el autocontrol y una sólida ética de trabajo desde pequeños tenían más probabilidades de tener éxito a largo plazo. La disciplina desempeñaba un papel crucial no solo en sus trayectorias académicas, sino también en la construcción de carreras estables y en la consecución de independencia financiera.
Los hallazgos de Chetty subrayan que, si bien el rendimiento académico es importante, fomentar habilidades no académicas en los niños es igualmente crucial para el éxito a largo plazo. Estas cualidades (proactividad, cooperación social, determinación y disciplina) no sólo predicen mayores ingresos y rendimientos académicos, sino también realización personal y bienestar social.
En definitiva. Invertir en la educación temprana debe ir más allá de lo académico. Al ayudar a los niños a desarrollar estas habilidades no académicas esenciales, los capacitamos para llevar una vida exitosa, resiliente y completa. Y sirva esta reflexión para educar y formar, no solo a los niños y adolescentes, sino también a los adultos.
Termino con una frase de Raj Chetty que explica bien la idea de este post: “Las oportunidades importan. Y la educación es una de las llaves que abre las puertas de las oportunidades”.