“Hasta que la muerte os separe”. Ésta es una frase muy famosa; como bien sabes, proviene de la tradición cristiana y se refiere a la indivisibilidad del matrimonio. Posteriormente, se ha utilizado mucho en campañas publicitarias e incluso coloquialmente para expresar un compromiso de larga duración. Paradójicamente, cuando más famosa se ha hecho la cita, menos se cumple su significado; los compromisos a largo plazo son cada vez más escasos. Por ejemplo y siguiendo con el símil, los matrimonios actuales tienen más del 50% de posibilidades de separarse antes “que la muerte los separe”.
A los productos también les pasa algo parecido. Nuestra tasa de renovación de productos es mayor que nunca. En la mayoría de los casos no cambiamos de productos cuando “la muerte nos separa”, es decir, cuando llegan al final de su vida útil. La mayoría de cambios suceden porque nos apetece cambiarlos o sustituirlos por otros productos más modernos, con mejores prestaciones, más de moda… Todo cambia a una velocidad de vértigo: solo falta repasar algunos productos que hayamos comprado hace algunos años: la mayoría ya no los utilizamos y los hemos substituido por otros productos más nuevos y modernos. En el caso de los productos tecnológicos, esta acelerada obsolescencia es todavía más espectacular.
El mercado laboral también es más cambiante que nunca. En el pasado era bastante habitual que una persona trabajara toda la vida en la misma empresa. Eran muchos los casos de personas que empezaban muy jóvenes en una empresa, iban ascendiendo a medida que se formaban y maduraban como personas y profesionales hasta que, muchos años después se jubilaban en la misma empresa. Después, se pasó a una época en la que lo más frecuente era o bien trabajar en la misma empresa toda la vida, o bien hacerlo al menos en el mismo sector. De esta forma, una persona que empezaba a trabajar en un determinado sector sólo solía moverse a lo largo de su vida profesional en ese mismo sector en el que trabajaba para una o pocas empresas. Más adelante, empezó a ser frecuente el cambio no sólo de empresa, sino también de sector. De esta forma, muchos profesionales tenían que adaptar su profesión o su puesto de trabajo a empresas de sectores diferentes para poder continuar con su vida laboral. Pero hoy en día ya no sólo es habitual cambiar de empresa y de sector, sino que además, también de profesión. La mayoría de nosotros trabajaremos no solo en bastantes empresas y en diferentes sectores de actividad, sino que también deberemos desarrollar diferentes profesiones a lo largo de nuestra vida. Deberemos aprender, desaprender, reaprender, empezar de cero, adquirir nuevas competencias… en definitiva, reinventarnos más de una vez. Debemos tener una mentalidad de cambio y de adaptación más grande que nunca. Ya lo decía Charles Darwin “no sobreviven las especies más fuertes, ni siquiera las más inteligentes; sobreviven las que mejor se adaptan a los cambios”.
Y en este entorno tan cambiante, nos esforzamos mucho en trabajar y en defender los intereses de la empresa (lo que me parece genial). Pero muchas de estas empresas prescindirán de nosotros en un tiempo, o se fusionarán, o serán absorbidas, o las dejaremos para trabajar para otras empresas… o desaparecerán. En este momento en el que todo es tan efímero, hay algo que te va a acompañar toda tu vida: tu marca personal. Las empresas abren, cambian de marca, se fusionan, cierran… pero TÚ siempre continuarás siendo TÚ, tu marca personal (hasta que la muerte os separe). Llegará un momento en que te darás cuenta que has defendido muchas marcas, que les has dedicado mucho tiempo, sacrificio y esfuerzo. Está muy bien, para ello te pagan y te han pagado y si lo has defendido así significa que eres un gran profesional. Pero no olvides que hay muy pocas cosas que son para toda la vida: tu marca personal es una de ellas; cuídala como se merece.