Me encantan las historias de cambio, personas que un día decidieron, con acierto o no, hacer las cosas de forma diferente para obtener resultados diferentes, en los ámbitos personal o profesional. Y digo con acierto o no, porque en muchos casos el cambio no nos lleva al éxito directamente, o sea, no acostumbra a ser un atajo para conseguir cosas de una forma más rápida y efectiva, pero sí indirectamente, porque sirve para demostrarnos a nosotros mismos que si hacemos cosas de forma distinta, las consecuencias también son diferentes, y esto, mejora nuestra autoestima y nos convence de que somos capaces de controlar nuestras vidas.
Y ¿qué significa cambiar?, podríamos decir que cambiar significa modificar nuestra conducta o forma de pensar ante una nueva situación, o ir más allá y hacer posible esa nueva situación con nuestra actitud, o sea, provocar ese cambio. Ya os avanzo que el cambio es inevitable en nuestras vidas, seamos conscientes o no, queramos aceptarlo o no, participemos o no nosotros provocando el cambio, … las cosas y la gente cambian, y evidentemente, algo tendremos que hacer para encajar y adaptarnos a esos cambios. La empresa en la que trabajamos desaparece por el motivo que sea, o reestructura sus recursos y nos despiden, nuestro sector se transforma y cambia de forma tan radical que ya no nos necesita como profesionales, sufrimos nosotros o nuestro entorno algún cambio o tragedia personal, o, simplemente, nos iluminamos un día y tomamos consciencia de que lo que hemos hecho hasta hoy con nuestra vida no se corresponde con nuestros sueños, no nos llena como personas, … pues si es así, algo habrá que hacer ¿no?
Pero ¿cómo reaccionamos a los cambios?, pues por regla general, reaccionamos MAL, la forma “normal” de reaccionar es negativa, y digo normal porque las estadísticas nos dicen que a la mayoría de gente NO LE GUSTA NI CAMBIAR LAS COSAS NI ADAPTARSE A LOS CAMBIOS. La mayoría de nosotros vemos siempre las consecuencias negativas de estos cambios, el salir de nuestro “círculo o área de confort” nos supone un esfuerzo extra que no está planificado y que no queremos asumir, pero ¿es siempre así? Yo soy de los que piensa que no, que “el esfuerzo extra” es seguir haciendo las cosas igual y que no te lleven a ningún sitio, y que a veces cuando algo ya no nos es útil necesitamos buscar una nueva opción, lo que yo llamo “resetear”.
Y ¿por qué nos da miedo el cambio?, pues dependerá de cómo seamos nosotros y nuestro entorno está claro, pero por lo general los motivos suelen ser; el no saber manejar situaciones nuevas o diferentes, el tener falta de control y esto puede angustiarnos, el no encajar bien las pérdidas, ya sea física, moral, emocional, etc. …, o la pereza, que es también una buena excusa para no cambiar, en muchos casos cambiar supone un sobreesfuerzo, y no vivimos precisamente en la cultura del esfuerzo … más bien lo contrario. Pero en la lista de innumerables pretextos, el más contundente es sin duda, que si cambiamos podemos equivocarnos y ser criticados por los demás o por nosotros mismos, y éste es el motivo más común, el “miedo al fracaso”, la gran excusa para no cambiar. Aquí he de decir que la culpa no es sólo nuestra, la sociedad tiene una influencia importantísima, desde niños somos educados e influenciados social y culturalmente para movernos dentro de unos parámetros muy concretos, pero, no somos educados para arriesgar, perseguir nuestros sueños y gestionarlos, y estos solo se consigue cambiando cosas y adaptándonos a las que otros ya decidieron cambiar a nuestro alrededor.
Tampoco soy de los que recomienda por supuesto lanzarnos en medio del océano sin flotador y sin saber nadar claro, el cambio debe gestionarse bien, analizando la situación, valorando pros y contras, esperando el momento adecuado, …, y sobre todo aprendiendo a tener una actitud positiva y proactiva, cambiando de mentalidad, dejando atrás comentarios o pensamientos como “Yo soy así y así he sido siempre” o “es muy difícil cambiar”, frases que nos bloquean y limitan nuestras posibilidades de crecer, mejorar y conseguir nuestras metas.
Y recuerda que, si quieres que las cosas cambien, algo tendrás que hacer tu, porque como decía el extraordinario físico alemán Albert Einstein, “Locura, es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados”