Hace unos días escribía en este mismo espacio un post titulado «Nunca te pares«. Hacía referencia al libro autobiográfico de Phil Knight, creador de la empresa Nike, donde narraba en primera persona todas las dificultades vividas en los primeros años de la empresa. El aprendizaje que hacía y que compartía con los lectores era lo que él llamaba «always keep moving forward«, es decir, siempre hacia adelante. Mirar adelante e ir superando las dificultades, que en cualquier reto que valga la pena, seguro que serán muchas y grandes. La verdad es que es un libro que me impactó y que recuerdo a menudo.
Realmente, el hecho de tirar o mirar adelante es una característica imprescindible para conseguir retos interesantes. De hecho, en el estudio de las personas más exitosas en diferentes ámbitos (en el mundo de la empresa, de la política, del deporte …), esta capacidad de mirar adelante, esta ambición desmedida ha sido decisiva. Los expertos apuntan que esta mentalidad fuertemente ambiciosa, de mirar adelante, de no conformarse con lo que se va alcanzando es incluso más importante que otras variables como el talento y el trabajo. Sin lugar a duda, las personas insaciablemente ambiciosas, que miran siempre adelante, consiguen más éxitos y más notables que las personas que no lo son tanto.
No obstante, siempre que pienso en mirar adelante, en ser ambicioso, recuerdo perfectamente una frase que mis padres y abuelos me repetían con frecuencia cuando yo era pequeño. Me decían «Xavi, hay que mirar adelante … pero también atrás«. Se referían a que es muy positivo mirar o desear alcanzar retos más ambiciosos de los que tienes, querer mejorar y crecer en diferentes ámbitos, fijarse en referentes más potentes que uno mismo. Pero también resaltaban la necesidad de mirar a los que tienes por detrás, los que han conseguido menos que tú o están en una situación inferior en cualquier ámbito. Muchas veces solía «envidiar» otros amigos o personas que tenían características o propiedades superiores a las mías. Esto me creaba cierta insatisfacción. Cuando quería algún coche más grande de lo que teníamos, unas mejores vacaciones o lo que fuera, mis padres y abuelos sabiamente me hacían mirar atrás, ver que había gente (mucha gente) que estaba en una situación peor y eso hacía conformarme con lo que tenía y al mismo tiempo me hacía sentir mejor.
Un ejemplo claro, que explica esta teoría es la enfermedad. Cuando tienes algún problema médico y tienes que ir a algún hospital y ves realmente la gente que tiene problemas más graves que tú, rápidamente te das cuenta de que no estás tan mal y que podrías estar peor. Posiblemente es cuando más aprendes a valorar lo que es importante y lo que no lo es. A veces hay que valorar bien lo que se tiene, pensar en las personas que están peor. Sé que este es un planteamiento conformista que, en una sociedad que idolatra el éxito y el triunfo, este discurso de mirar hacia atrás no atrae mucho, no es seductor. Gustan mucho más las frases positivas, ambiciosas y que te dan fuerza para salir adelante, para alcanzar nuevos retos. Sin embargo, a pesar de no gustar tanto ni ser tan atractivas, quiero aprovechar este post para poner en valor la capacidad de mirar hacia atrás, de valorar lo que tienes y de pensar que hay mucha gente que seguro está peor. Y así como reconocía que mirar adelante es realmente necesario para tener éxito, ESTOY PLENAMENTE CONVENCIDO DE QUE MIRAR ATRÁS ES IMPRESCINDIBLE PARA SER FELIZ.