Suelo clasificar a todas las personas en 2 grandes grupos. Sean deportistas, estudiantes, profesionales, políticos o lo que sean, todas se pueden clasificar en estos 2 grupos. El primer grupo es al que yo le llamo el grupo de las excusas. Siempre tienen excusas a mano para justificar cualquier actuación. Su repertorio es amplísimo y adaptable a cualquier situación y circunstancia. Lamentablemente, este grupo es el más mayoritario y crece con fuerza. Sufren “excusitis”, un problema grave y altamente contagioso. Algunos ejemplos del comportamiento de las personas de este grupo son los siguientes. Alumnos que suspenden un examen porque el profesor le tiene manía o porque han tenido mala suerte, adolescentes con problemas graves que no son por su culpa sino por las malas compañías, deportistas que siempre que pierden es por culpa de los árbitros, profesionales que justifican sólo en la crisis sus pobres resultados, políticos que siempre culpan a los demás (otras instituciones o quien sea) para explicar su lamentable gestión… Seguro que entiendes a qué tipos de persona me refiero. Es muy triste, pero este tipo de personas tienen mayoría absoluta. Y en la situación de grave crisis económica y de fuertes cambios, estas personas lo tienen más fácil que nunca (para buscar excusas).
Personalmente detesto las personas de este primer grupo, los de las excusas. A mí me encantan las personas del segundo grupo. Aquellas personas que no buscan excusas, que no se justifican en los demás para explicar sus resultados. Afrontan en primera persona sus resultados y no evaden las responsabilidades. Es lo que en psicología se conoce con el concepto de “locus de control interno”. Es decir, el hecho de que una persona se autoconsidere como el origen o la causa de sus conductas, resultados… Son personas que, fruto de esta característica, suelen ser más ambiciosas y tienen un claro deseo de mejorar. Son inconformistas y autocríticas por naturaleza. Pero está demostrado científicamente que esta característica aumenta notablemente las posibilidades que tiene la persona de tener buenos resultados y de crecer tanto a nivel personal como profesional. Una de las personas que mejor ejemplifican estos comportamientos es Michael Jordan, probablemente el mejor jugador de baloncesto de la historia. Decía en una entrevista al final de su carrera que “he fallado más de 9000 tiros, he perdido más de 300 partidos y en 26 ocasiones me he jugado el último punto para ganar… y lo he fallado”. Y concluye con: “he fracasado una y otra vez y es por ello por lo que creo que tengo éxito”.
Tú decides en qué grupo quieres estar. Sólo depende de ti. Puedes apostar por continuar siendo efecto o pasar a ser causa. Por atribuir a los demás tus resultados o por responsabilizarte en primera persona de ellos. No eludas tus responsabilidades. No busques excusas… porque las encontrarás.