Hace tiempo que quería escribir sobre la adicción al trabajo. Lo que en el mundo del management se conoce como Workaholic, traducido al castellano como Trabajólico. Es decir, personas que son adictas al trabajo. Se trata de una grave adicción que puede tener serias consecuencias (en mi vida profesional he visto numerosas personas cercanas que han tenido serios problemas por su adicción al trabajo).
El término Workaholic fue creado por el psicólogo norteamericano Wayne Oates en los años 60. Fue popularizado gracias al libro del propio Wayne “Confessions of a Workaholic”, publicado en 1971. El curioso motivo que le llevó a escribir este libro fue que su propio hijo tuvo que llamar a la empresa donde trabajaba su padre para pedir una cita y poder hablar con él. Oates definía la adicción al trabajo (o workaholism en inglés, como “la compulsión o la necesidad incontrolable de trabajar incesantemente”.
Actualmente, la adicción al trabajo está muy presente en nuestra sociedad, especialmente en los profesionales más exitosos. Por ejemplo, según la revista Harvard Business Review, el CEO de empresa americanas trabaja en promedio 62,5 horas a la semana frente a las 44 horas de media de un trabajador. Según explica el profesor de Harvard y científico social Arthur C. Brooks, “las personas adictas al trabajo están inmersas en un círculo vicioso: tienen éxito trabajando más que los demás y por lo tanto desean mantener este éxito trabajando siempre mucho”. De hecho, defiende Brooks, más que adictos al trabajo son adictos al éxito. No obstante, la adicción al trabajo alimenta el miedo y la soledad.
Los psicólogos suelen hacer 3 PREGUNTAS PARA COMPROBAR SI UNA PERSONA ES ADICTA AL TRABAJO:
- ¿Pasas habitualmente tu tiempo libre en actividades relacionadas con tu trabajo?
- ¿Sueles pensar en tu trabajo cuando no estás trabajando?
- ¿Sueles trabajar bastante más de lo que se te requiere?
Supongo que muchas de las personas que habéis leído estas 3 preguntas habéis contestado afirmativamente a ellas. Muchos de los que respondemos sí a estas 3 preguntas, no es que seamos adictos al trabajo, sino que disfrutamos de nuestro trabajo y estamos comprometidos con obtener buenos resultados. Y para discernir mejor a las personas que les encanta su trabajo de las realmente adictas al trabajo, BROOKS PROPONE 3 PREGUNTAS DIFERENTES:
- ¿Gastas toda tu energía en el trabajo y dejas a tus seres queridos sin tu energía?
- ¿Te pones a trabajar a la mínima que tus circunstancias personales o familiares te lo posibilitan?
- ¿Estás ansioso e infeliz cuando te piden que dejes de trabajar para realizar actividades de ocio con tus seres queridos?
Según Brooks, las personas realmente adictas al trabajo suelen responder sí a estas 3 preguntas.
TRABAJAR MUCHO NO SUELE SER LA SOLUCIÓN PARA AUMENTAR TU PRODUCTIVIDAD. Numerosos estudios demuestran que la productividad de una persona empieza a caer a partir de las 10 horas de trabajo al día y se reduce notablemente a partir de las 12-14 horas trabajadas.
LA ADICCIÓN AL TRABAJO, como todas las adicciones, SUELEN CONLLEVAR GRAVES PROBLEMAS PARA LA PERSONA QUE LO SUFRE Y PARA SU ENTORNO. Tener el trabajo como eje central de la vida hace que suelan aparecer problemas a nivel familiar y también a nivel de salud: son frecuentes los problemas cardiovasculares, gástricos, psicológicos u otros, que además suelen afectar negativamente a la familia y pueden además conllevar otras adicciones (alcohol, drogas, etc.)
Solo quería escribir este post para que estés concienciado en no ser un adicto al trabajo. En mi carrera profesional he trabajado, asesorado y formado a muchos y te puedo asegurar, que en muchos casos esta adicción conlleva grandes problemas personales, de salud y de felicidad.
Así que recuerda “Nunca estés tan ocupado ganándote la vida que te olvides de vivir tu vida”.